sábado, 9 de noviembre de 2024

Ahora

 ¿Derrotado o mejorado? Siempre tengo que tener una mentalidad muy, muy abierta, ante todo lo que me ocurre. Empecé a escribir hace años, publiqué algo hace pocos años, pero ahora, con 31 años, siento que necesito volver a hacerlo.

Necesito esto, escribir, sentir que mi maremoto mental se queda escrito en algún lugar y libera presión en mi cabeza. No escribir es fácil, pero es mucho más difícil callar lo que hay en mi cabeza y retenerlo todo dentro.

Creo que esto me ayuda, y si no lo hago, acabaré odiando mi día a día, cuando ya hace unos meses que no tengo motivos para hacerlo.

Gracias a cualquiera que pueda leer esto.

Atentamente,

Yo.

viernes, 30 de agosto de 2019

El mejor relato que puedas leer


Tu vida importa. Eres alguien y cada día eres algo más de lo que no eras ayer. Estás en una evolución constante.
Así es como empieza el mejor relato que puedas leer en este momento, porque esto es lo que necesitas oír; saber; interiorizar. Ser consciente de que de la inmensa marea de gente que vive ahora, tu eres algo, ni pequeño ni grande, eres tú. No tienes que demostrar ser alguien a nadie, tu camino lo verás claro cuando lo tengas, mientras tanto cada día tendrás que ceñirte a ser algo más de lo que no eras ayer. Que ¿cómo? Viviendo.
Vaya, qué simple todo cuando se tiene que decir, pero ponte tú a vivir y dime si lo estoy haciendo bien. ¿Y si lo estoy haciendo mal? No. No puedes estar haciendo mal algo que no tiene una manera correcta de hacerse. ¿Y si lo podría haber hecho mejor? No. ¿Cómo ibas a saber que lo podías haber hecho mejor sin haberlo hecho mal? Siempre podemos hacer las cosas mejor, ¿de qué sirve pues comerse la cabeza con ello? Pues algo habrá porque yo me siento mal a veces y, todo eso, aunque ya me sepa la teoría de cómo ser feliz. ¿Cómo sabemos identificar algo si no vemos una diferencia clara con otra cosa? Pues así mismo es la vida, ¿cómo voy a saber yo que soy feliz si no veo los momentos en los que no lo soy y comparo?
¿Ya? Pues déjalo ya; y así con suerte te relajas. ¿Qué? No, no, en serio, déjalo. Pensar de más es lo que se lleva, salte de ahí y piensa cuando tengas que hacerlo. Para el resto de veces, te tomas algo viendo cómo ocurren las cosas y le sacas el lado positivo a todo. Te recuerdo que tu vida es la que importa, mientras dure tienes que aprovecharla.

sábado, 29 de junio de 2019

El porqué

Vete a dar una vuelta, disfruta de la brisa, del sol, de la arena que vas arrastrando con tus zapatillas mientras caminas por el paseo de la playa. Respira hondo y siéntete libre, no te ata nada, te atas tu solo y ahora toca liberarte, sentir la libertad que tienes y que a diario parece que no ves.
Te preguntas por el objetivo, la razón, el motivo, cuando estos cambian constantemente y lo que importa es que tengas el tiempo libre suficiente como para elegir una de esas metas y desarrollarla, cambiarla y reconfigurarla según tus necesidades de cada momento.
Nadie te tiene que decir el porqué, tu eres quien tiene que decírselo al resto. Decirles que haces lo que quieres y no te preocupa si no es lo que ellos harían.
La brisa, la marea, el calor de la acera, el arrastrar de la arena, todos los eliges disfrutar o no. Eliges encerrarte o no. Eliges ver o dejarlo todo para un momento mejor, momento en el que no tendrás tiempo tampoco, ni motivación, por lo que lo pospondrás y te desmotivarás cada día porque al final no haces nada. Nada de nada. Quieto. Pensando. No meditando. Paralizado. Desmotivado. Buscándole sentido a algo que de por sí no lo tiene.
De nuevo te digo, levántate hoy, elige algo simple que hacer, hazlo. Vuelve a tu encierro, pero esta vez siéntete satisfecho por haber hecho algo que tú querías hacer. Cuando lo repitas un par de veces tus objetivos aparecerán más claro, porque estarás experimentando la vida y sabiendo Qué quieres y Qué no.

sábado, 27 de octubre de 2018

Escribir

Siempre te pones a escribir en momentos tristes o de bajón.
Estás triste porque tú mismo te lo creas, generas las situaciones para aprender y sentir algo de verdad porque para ti la vida está todavía vacía de significado y tienes que vivir para poder saber si lo que llegues realmente a sentir será de verdad o no. Tu problema actual es que eres un insensible, despegado y que solo se plantea la vida como una sucesión de momentos necesarios para forjar tu personalidad porque estás vacío por dentro.
Te falta motivación a la hora de hacer muchas cosas, lo fácil e instantáneo llegas a hacerlo, pero no lo mantienes de forma constante. Sea lo que sea lo que te apetezca hacer, acaba siendo algo puntual porque son actos que no generan mayor valor a largo plazo.
Te repito que te falta motivación para poder hacer cosas, tener un objetivo, solo haces cosas y te cansas de ellas porque no estás motivado.
Quieres ser lo mejor y dar lo mejor de ti en todos tus aspectos, pero no logras darte cuenta de que hace falta centrarse en algo y entender que lo que no sirve de nada o es un vicio o mal hábito deberías cambiarlo por algo que tras haberlo hecho puedas mirar atrás y sentir que sin querer fue algo productivo para ti. Hay cosas que no podemos hacer solos.

- El Armario -

Solía pasar las tardes encerrado en el armario. Nadie podía encontrarme allí; estaba solo. Sus paredes estaban hechas de madera, muy sólidas, las puertas pesaban cuando las tenía que abrir y, una vez cerradas, me costaba mucho empujarlas para poder salir. Sin estar roto, se habían desecho de él y había acabado tirado en un vertedero cerca del puerto, cubierto de polvo entre un montón de chatarra. Para entrar tenía que tirar de una de las puertas a modo de trampilla, por eso cuando me metía dentro me recordaba a un búnker. Todo quedaba en silencio. Desaparecían los sonidos metálicos de las varas de hierro moviéndose con el viento y que entre tanto caos arañaban la chapa oxidada de los coches. La gente había asimilado ese sonido metálico en el ambiente del pueblo, como un eco lejano que venía acompañado con la brisa. Recuerdo salir de casa los días de verano, cuando el tiempo se relajaba y las lluvias se volvían escasas, y no sentirme solo, eso recuerdo. El ruido siempre me hablaba, el ruido del hierro. No había bosques cerca ni tampoco campos verdes que pudieran albergar insectos, así que el único sonido que se escuchaba era el del hierro chocando contra sí mismo. Pero en el armario no se oía nada. No me molestaba, pero me resultaba extraño.
Cuando encontré el armario por primera vez, lo pasé de largo mientras perseguía una lagartija. Había empezado a seguirla con un bote desde el mercado del pueblo tras verla caer desde una ventana. Tenía el cuerpo azul y una raya naranja que la recorría de arriba abajo. Antes de llegar al acantilado, me lancé con el tarro contra la lagartija y lo aplasté, clavándolo en el suelo. Tras caerme de espaldas, me levanté, cogí el bote, lo tapé y me dirigí de vuelta al pueblo.
La tuve tres días mirando los amaneceres desde la repisa de mi ventana hasta que por culpa de mi hermano el bote acabó cayendo a la calle. Cuando bajé ya le habían pasado por encima dos coches y el cuerpo diminuto del bicho estaba aplastado y lleno de cristales. Al día siguiente, fui a comprar una cajita de madera en los puestos del mercado y volví al amasijo de hierros en busca de otro bote. Fue entonces cuando lo volví a ver, pero seguí adelante hacia un tractor oxidado y enterré la caja junto a una de las ruedas. Los hierros continuaban rechinando contra la chapa de aluminio, pero aquella vez emitieron un sonido más agudo de lo normal. Me puso los pelos de punta, así que volví atrás corriendo hacia donde estaba al armario. Me cubrí los ojos con las gafas y me subí el pañuelo para no respirar polvo. El mueble de madera maciza estaba tirado boca arriba con las puertas cerradas. Además, tenía las bisagras un poco oxidadas y las juntas llenas de polvo, pero haciendo palanca con una vara de metal conseguí entreabrirlo. Al poco de hacer fuerza las bisagras empezaron a ceder y la puerta salió volando hasta abrirse completamente. Lo que me pareció un guardarropa viejo resultó, en su interior, estar sorprendentemente limpio. Me metí con cuidado en el armario usando una caja de apoyo. Cuando me quise dar cuenta estaba cerrando las puertas y encendiendo una linterna. Nunca había estado en un sitio completamente solo y donde sabía que nadie me podría encontrar…